2.12.06

Botnia: solución a la controversia entre Argentina y Uruguay.



Siempre sostuve que en la controversia que la República Argentina mantiene con el Uruguay, más allá de los innegables argumentos acerca de la contaminación ambiental que indefectiblemente provocará la planta de pasta de celulosa que la empresa finlandesa Botnia está construyendo en la localidad uruguaya de Fray Bentos, se esconde una enorme trama de intereses económicos y políticos que hacen imposible la suspensión del emprendimiento. Más aún si se tiene en cuenta que Botnia ya ha concluido casi el 75 % de sus obras.
La enorme planta de procesamiento comenzará a engullir en 2007 miles y miles de toneladas de madera de eucaliptus provenientes de las plantaciones que cubren extensas zonas del territorio del vecino país. Por lo tanto su puesta en marcha es inminente y aunque mal nos pese constituye un hecho consumado.
En los últimos días la situación se ha tensado debido a la reanudación de los cortes de ruta que impiden el tránsito en ambos sentidos en el puente internacional que une la ciudad argentina de Gualeguaychú y Fray Bentos en la otra orilla del río Uruguay, y a la movilización de tropas del ejército uruguayo para “resguardar la seguridad” en los terrenos adyacentes a las instalaciones de Botnia.
El nivel de la controversia, lejos de minimizarse, ha aumentado peligrosamente, sobre todo con esa “ayuda” del presidente uruguayo arrimando aún más leña al fuego.
¿Hasta dónde estaremos dispuestos a tensar el hilo? ¿Cuál de las dos naciones tirará más para intentar cortarlo? A esta altura de los acontecimientos, y a pesar de las críticas agoreras de siempre, soy absolutamente optimista y entiendo que no debemos desesperarnos. Ya verán cómo la solución aparecerá tarde o temprano como por arte de magia. Porque así como la planta de Botnia va ha comenzar a funcionar el próximo año, es también muy cierto que la misma va ha contaminar el ambiente. Y como la contaminación afectará directamente a ambas naciones, la determinación de dirimir la controversia deberá ser encarada mediante la creación de una comisión supervisora binacional, o en todo caso por alguno de los organismos internacionales que se encargan de controlar y minimizar el riesgo de contaminación.
Pero me da la impresión de que aún no es el momento, y que hay que dilatar todavía un poco más ese tipo de anuncio. Hay que estirar un poco más el tema, desgastar más a los vecinos de Gualeguaychú, minimizar los efectos e intentar olvidar las causas que nos condujeron a la situación actual. Ya falta poco para 2007. Entonces sí, cuando lleguemos a ese año electoral para la República Argentina, las autoridades nacionales decidirán tomar el toro por las astas y podrán sacar a relucir todo su “paquete de soluciones”. ¡Dios quiera que me esté equivocando!...El tiempo sigue pasando y es favorable a Botnia, que avanza y avanza con sus obras. Tiempo es el que necesitaremos argentinos y uruguayos para recuperarnos y restablecer las excelentes relaciones que construimos a lo largo de los últimos doscientos años y de las que tantos libros de texto no se cansaban de resaltar como de excelentes lazos de fraternidad y convivencia pacífica entre dos naciones hermanas.
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